El sismo del 19 de septiembre de 2017, que tantas muertes y daños causó, se trató de una magnitud de 7.1, localizado en el límite estatal entre Puebla y Morelos, a 12 kilómetros al sureste de Axochiapan, Morelos y a 120 kilómetros de la Ciudad de México
Mientras que el registrado ayer fue de 7.5, con epicentro en Oaxaca. De ahí que surgen las dudas del por qué no éste último no causó tanto daños, pese a ser más fuerte que el hace unos años.
En ese sentido, se explicó que la distancia con referencia al epicentro, las características del terreno y la magnitud son los tres factores macrosísmicos que hacen la diferencia entre cada uno de los movimientos telúricos, lo que explica por qué el sismo de 7.5 grados Richter de ayer, no causó una devastación similar al sismo de 2017.
Por su parte, Víctor Espíndola, responsable de análisis del Servicio Sismológico Nacional de la UNAM, explicó que la diferencia con 2017 fue que, en ese año, el epicentro fue en Jojutla, Morelos (120 kilómetros de la capital), en comparación con el de ayer en La Crucecita, en las costas de Oaxaca, cercano a la zona de Huatulco (917 kilómetros de la ciudad).
De ahí, se mide la magnitud y la duración de la fuente sísmica y, finalmente, el tipo de suelo, como en Ciudad de México, donde son diferentes.