Esta será la cuarta entrega (y última por lo pronto) con relación a las causas de las principales crisis económicas que se han desarrollado en los últimos 100 años, con la intención de tener mayores elementos para comprender la actual situación económica derivada del Covid-19. Es de suma importancia conocer las circunstancias de cada crisis para saber las similitudes y diferencias entre ellas. Fue a través de lo escrito en las semanas anteriores que se tienen conclusiones interesantes para asegurar que a pesar de la pandemia no existe una crisis económica mundial ni en México. Ahora bien, esto no significa que la economía, por lo menos de nuestro país, no esté atravesando por una etapa sumamente complicada y delicada y que desafortunadamente se perderán miles de empleos y comercios; sin embargo, cómo se verá en los siguientes párrafos, no se han trastocado los factores que históricamente han conducido a la parte más baja del ciclo económico.
En primer lugar hay que recordar que la Crisis del 29 (que se mantuvo por lo menos hasta 1933 en Estados Unidos), tuvo 3 características principales: i) una oferta de bienes mayor a la demanda de éstos lo que ocasionó una disminución de precios generalizada (deflación) y al no vender, comienzan a producirse despidos; la poca demanda en productos industriales que se mantuvo gracias a los créditos que la población solicitó para poder comprar lo que deseaban y; iii) la especulación bursátil que hacían ganar dinero rápidamente a la población que cotizaba en bolsa a pesar que las acciones estaban sobrevalorándose día a día.
En lo que respecta a la crisis de 1987 ésta estuvo precedida por operaciones especulativas que por entonces tenía lugar en la bolsa, por el repunte de la tasa de interés y el descuento (tasa de interés que el banco central cobra a las entidades por el dinero que les presta) y la nueva tecnología que acababa de implantarse (cuando empezaron los descensos los sistemas de ventas saltaron y produjeron una situación de pánico). Por otro lado, los orígenes de la crisis hipotecaria de 2008 se encontraron en una burbuja especulativa derivada de la sobrevaloración de los precios de las viviendas en Estados Unidos, las instituciones financieras optaron por conceder créditos al segmento de la población denominado “subprime”, es decir de escasa solvencia y, por tanto, mucho riesgo de impago, pero que les permitía cobrar tasas de interés más altas.
Por último, la crisis de 1994 fue en un primer momento crisis especulativa-cambiaria que se convirtió en crisis financiera como resultado de la devaluación del peso y el proceso inflacionario resultante. La crisis financiera comenzó siendo inicialmente un problema externo (de amortización de Tesobonos y dificultades privadas y públicas para afrontar el servicio acrecentado de la deuda externa) para convertirse rápidamente en un evento interna como resultado del colapso del sistema bancario y la crisis de las finanzas públicas
Cómo se puede apreciar, los eventos anteriores tienen como común denominador que fueron crisis en el sistema financiero motivadas por la especulación, por la obtención de mayores ganancias y en ocasiones haciendo a un lado la ética y la moral. En la actualidad no se ha trastocado el sistema de producción y no se han presentado problemas en el sistema financiero que haya provocado insolvencia bancaria y liquidez.
Es necesario precisar que lo aquí escrito no es un pronóstico, es decir, no es una predicción sobre cómo se comportará la economía en los siguientes meses y años, lo que se pretende es analizar y desglosar los comportamientos de las crisis para situar en su justa dimensión el momento actual. Se ha señalado y se seguirá haciendo, que uno de los errores más comunes de los analistas es adivinar lo que sucederá, más aún cuando no se apoyan en otras ciencias y disciplinas como la historia, ciencias sociales e incluso la psicología para tener un horizonte histórico cultural más completo.
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