Está por terminar el mes de junio, uno de los meses en que no sólo el Covid-19, se ha convertido en signo de muerte para más de 26 mil mexicanos, o en el mes en que el crimen organizado desafió al gobierno federal, en su propio territorio. Es un mes que deberá ser recordado por la hipocresía con que hoy se aborda y se “defiende” la violencia de género. Hay dos hechos contundentes que delatan la simulación y el doble rasero con que se juzga este tipo de ofensas al ciudadano posmoderno.
1.- El martes primero de junio, las redes sociales del país, se inundaron con un calificativo: #LordHuevos, el nuevo “nombramiento” ha sido para el diputado por el PAN en Durango, José Antonio Ochoa, quien le llevó un cartón de huevos a la diputada Sandra Amaya (1).
Durante la sesión de la Comisión Permanente de este martes, en el Congreso de Durango, el legislador se dirigió a Amaya y al grupo parlamentario de Morena, manifestando que dicho artículo era “para dar y repartir”.
Incluso, la caja traía un mensaje con la frase: “Para que sostengan su palabra”.
A 28 días de lo sucedido, el diputado local aún no se repone y no por la indignación que pudo haber causado tal acción, sino porque se convirtió rápidamente como un instrumento de golpeteo para el legislador blanquiazul.
2.- El martes 23 de junio Alicia García Valenzuela, secretaria general del Sindicato de Trabajadores Municipales, con poco más de un cuarto de siglo al frente de esta organización de trabajadores, ha tenido la oportunidad de ocupar cargos como una diputación local y una regiduría, ambas bajo la cobertura del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
En noviembre de 2019, García Valenzuela asumió la responsabilidad de la Secretaría General de la Federación Municipal de la Confederación Autónoma de Trabajadores y Empleados de México (CATEM), colectivo identificado con Morena y el actual Gobierno Federal.
Una serie de acusaciones en las que se señala que utiliza trabajadores del Municipio para atender encomiendas personales, detonó un escándalo en el que ha habido incluso amenazas de muerte, en contra de quienes la han señalado y hasta de quienes han tomado nota de ello.
No es la primera vez que García Valenzuela se ve involucrada en este tipo de escándalos, pues con anterioridad ya ha sido acusada de incurrir en actos de corrupción y nepotismo, no obstante, se mantiene al frente del sindicato.
La semana pasada, en una entrevista telefónica con Heber García Cuellar, en Canal 12, el periodista la invitó a dialogar con Mario Alvarado Santillán, dirigente del nuevo Sindicato de Trabajadores Municipales, a quien tenían en otra línea.
Para su sorpresa, Alicia García le contestó: ¿Sabes qué? A mí no me gusta hablar con pendejos. Yo no voy a hablar con un pendejo como este hombre, yo lo voy a ver en los tribunales”.
“Yo le diría a Mario Alvarado que se ponga a trabajar y haga las cosas conforme a derecho, no denigrándome y a lo mejor la gente lo sigue”.
De ese tamaño fueron las ofensas que esta dirigente propinó a un hombre, a un masculino y a sus compañeros trabajadores “huevones”.
Otras vez, esa imagen (huevo) que tanto ofendió a políticos y ciudadanos los primeros días de junio.
Pendejo y huevones, dos palabras explosivas en un medio de comunicación comercial, pero que hasta ayer domingo no habían merecido nada en las benditas redes sociales.
¿Por qué? ¿porque las ofensas vienen de una mujer hacia un hombre? ¿No valen lo mismo?
Hipocresía y simulación; el distintivo de esta sociedad política e ideologizada.