Hace mucho, desde que López Obrador andaba en campaña, algunos advertíamos del peligro que este personaje representa para la libertad de expresión. Nunca le gustaron las preguntas incómodas de la prensa, a cualquiera que se atrevió a cuestionarlo lo atacó calificándolo de vendido, de enviado de la mafia, de provocador.
El Stand-Up diario del presidente, lleva por lo general como parte de la rutina un blanco, al menos un destinatario a quien dirigir alguna acusación, alguna culpa. De lo que sale mal, de lo que no se hace, incluso de lo que se evidencia… el espacio matutino le permite al mandatario dirigir o encausar el malestar según convenga.
Para él no ha habido empacho en poner apodos y en endilgar adjetivos: Comandante Borolas, señoritingo, Ricky Riquín Canallín, puchos, pirrurris, fifís, camajanes, machuchones, chachalaca, pelele, ternurita… la lista es enorme.
Él, AMLO, sí ha podido a lo largo de los años insultar, humillar, provocar escarnio. López Obrador injuria, difama, calumnia, denigra, descalifica… y lo hace impunemente prácticamente todos los días. Siempre tiene un adversario sobre quien dirigir sus adjetivos, sus juicios y sus sentencias.
La Comisión nacional para prevenir la discriminación, tuvo extraordinarias intervenciones en casos que fueron puestos a su consideración en los años que lleva de existencia; la Conapred es un logro de la izquierda mexicana, de la ahora entrañable izquierda pensante, crítica, propositiva; que ha sido suplantada por el caudillismo, la simplonería y la rapacidad.
Por eso se entiende que AMLO, siendo el presidente que conoce todo el país, que conoce a los mexicanos, que lucho por asumir y ejercer el gobierno y… diga que no sabe qué cosa es o cómo se llama la Conapred. Si la Conapred existiera hace mucho hubiera al menos señalado las conductas claramente indebidas del presidente, pero no lo hizo.
Pero la Conapred sí se atrevió a invitar a un foro sobre discriminación y clasismo a un personaje cuyas ideas de lo que es comedia y lo que es discriminación son diferentes a las de las de otras personas. El invitado a ese foro ha sobrepasado los límites del humor y ha ofendido… la pregunta es quién pone tales límites y quién se ofende.
Y sí se trata de escuchar puntos de vista, de conocer argumentos, de debatir ¿para qué tiznados iban a invitar sólo a quienes piensen igual?
Pero más allá de escuchar y si es preciso confrontar ideas, lo que vimos en días recientes es un claro atentado contra la libertad.
Una madre se indigna porque invitan al foro a alguien que se burló de su hijo, que se refirió al adolescente de 13 años con un apodo como los que usan miles de chamacos entre ellos.
Pero el niño en cuestión es el hijo del presidente. En una sociedad democrática las cosas hubieran sido diferentes, pero en un régimen bananero, lo que procede es el despido de la titular de la Comisión y no solo eso, hasta la desaparición, de ese organismo. Un claro mensaje para todo aquel que se atreva a causar el disgusto de la familia imperial.
Y si el organismo responsable de prevenir la discriminación ha sido ya sentenciado al exterminio, también lo han sido otros espacios que han sido conquista de las exigencias democráticas. Ya atacó a la Comisión Reguladora de Energía, porque su presidente se atrevió a incomodar al presidente López; ya anunció que va contra el Instituto nacional de transparencia, acceso a la información y protección de datos personales; contra la Comisión nacional de hidrocarburos, contra el Instituto nacional para la evaluación educativa y en el colmo de los colmos, va contra el Instituto Nacional Electoral.
El presiden te López va contra todo aquello que represente un contrapeso, una forma de evaluar al gobierno, contra todo aquello que pueda restarle aunque sea una pizca al poder absoluto.
Al diablo las instituciones.
@MCervantesM