- Autor: Periódico Victoria
- Escrito el: 10 abril, 2020
- Categoría: Opinión
🖊Opinión | Nostalgias
Darnos un respiro en este
debate entre conservadores
y los del cambio es necesario.
Por eso, aislados, dejando a un lado
el libro que leemos, sin música,
mirando al techo con la boca
abierta, vienen los recuerdos, con
ellos, las nostalgias de amigos que
ya no vemos, otros que no veremos,
pero que forman parte de nuestros
afectos muy profundos. Hoy
comparto este recuerdo, espero
hagan olvidar por un momento la
situación difícil que pasamos.
EL MISTERIOSO TROFEO QUE
DESAPARECIÓ
En entrega anterior conté que
el equipo de futbol de la Prepa
Nocturna había ganado una
olimpiada inter universitaria, por
lo cual nos dieron bonito trofeo.
Me lo entregaron a mí, no porque
fuera bueno para jugar, sino porque
era el “grillo” que conseguía todo.
Le dije al equipo que lo
daríamos a la escuela para la sala
de trofeos (no había), invitaríamos
al gobernador y al Secretario de
Relaciones Exteriores con todo
su cuerpo diplomático. No me
creyeron nada, no se por qué,
pensaron que me lo quería quedar,
y pues todos querían lo mismo.
Me senté en las gradas del
estadio, muy sospechoso se
acercaron a mi Godofredo García
y Raúl Ortega, me dijeron…Oye,
la raza va a querer que rifemos el
trofeo, las probabilidades de que
nos lo saquemos son una entre
20, que tal si nos lo llevamos y
echamos un disparejo.
Les dije, órale pues, pensando
en que ladrón que roba a ladrón,
esta perdonado. Cómo le hacemos,
nos salimos cuando estén distraídos
y nos subimos a mi carro, dijo
Raúl (tenía un VolksWagen, creo
de la segunda guerra mundial). Así
le hicimos, bajamos por la calle
Venado (la circulación era en dos
sentidos). Cuando llegábamos
a calle Arista grité, hay vienen,
efectivamente, varios carros de los
cuates venían echos madre.
Ahorita me les pierdo, dijo
Raúl, enfiló por Pino Suárez,
pasando Independencia el carro
se paró, rápido a “pucharle”,
ustedes adelante y yo de atrás,
grite angustiado, me bajé del carro
con el trofeo, ellos “puchando”
adelante, yo corriendo en sentido
contrario hasta llegar a San
Agustín, donde fervorosamente
pedí por los ladrones que roban a
los ladrones, de ellos es el reino de
lo cielos.
Gran bronca, al otro día la raza
se me echó encima, danos el trofeo,
me dijeron, ¿cuál trofeo?, el que
te llevaste, achis dije, yo me fui al
baño y se lo encargué a Godofredo
y a Raúl, salí y nadie estaba ya.
Entonces no ibas con ellos, cómo
si estaba en el baño, contesté con
mucho aplomo.
Pues vamos a buscar “al gordo”
y a Raúl para que nos lo dé, yo
muy tranquilo me fui a echar
unas “cheves” con Carlos Luján
al Belmont, no parábamos de reír.
Luego la bronca con Raúl
Ortega y Godofredo García,
mañana se los traigo, les decía,
ese mañana no llegaba, luego Raúl
me dijo, vamos por el trofeo a tu
casa, no le dije, ya se lo dí al gordo,
cuando, anoche, fuimos a mi casa
por él.
Raúl Ortega después me dijo,
me contaste mentiras “negro”, el
gordo no tiene nada, claro que si, le
dije, pero ya no te lo va a dar jamás,
no puedo dártelo, por qué, me dijo;
pues se lo tragó, me vio con cara
de azoro, luego no paraba de reír.
Cada vez que nos encontrábamos
nos daba ataque de risa, el gordo
se fue feliz, con su trofeo, se le
recuerda con mucho cariño. O no.