Como todo propósito de transformación de un país, que implique construir nueva opción social, económica y moral, se enfrenta a la beligerancia de quienes se resisten al cambio porque perdieron sus privilegios.
El actual gobierno rompe con el modelo político que estuvo en el poder por más de ocho décadas, construye una nueva opción. Obviamente tiene enemigos que perdieron el poder, ya sea económico o político, periféricamente quienes se beneficiaban, y formaban parte de los poderes fácticos, bastante bien remunerados.
Estos grupos quedan fuera del poder y se dedican a armar complots, financian inconformes, azuzan, y desean un golpe de estado que les permita regresar su opulencia mal habida.
Empresarios que exhiben su desinterés por México, al cual solo ven como el lugar para hacer lucrativos negocios, la prueba es que al regresar el dinero que no pagaban a Hacienda y que era de México, hicieron berrinches terribles, uno de ellos regresó más de ocho mil millones de pesos, indignado, dijo que estaba dispuesto a dar el doble para que quitaran a López Obrador de presidente. Solo un ejemplo del dinero que se mueve en torno a los ataques contra López Obrador.
La clase ya vieja clase política, no entenderá que los círculos se cierran y el modelo que los empoderaba se acabó. Los primeros círculos de estos políticos, con inmensas fortunas, sueñan con volver a ser los dueños del país, seguramente tiene su proyecto de golpeo que empata con empresarios de ultra derecha. Tanto unos como otros, se crearon en la irracional obsesión de concentrar dinero y bienes, pero, robando a México.
Se inserta en la amenaza, la delincuencia, como los huachicoleros que no dudan en decir que irán por la vida del presidente y de varios de sus secretarios de estado. Sin duda el que se les hayan congelado cuentas, les ha pegado más duro que las detenciones, algo que no sucedía en el anterior modelo político.
Están las organizaciones civiles de derecha, como la llamada Asociación Nacional de Padres de Familia, una organización que defiende los tradicionalismos que en los hechos hace mucho rechaza la sociedad, y organizaciones recientes, como Frena y otros membretes, que promueven caravanas en carro, marchas, y otras acciones de bajo impacto.
El clero en México, es conservador y muy cauteloso, mantiene silencio, no se compromete, pero si se escuchan de vez en cuando desde los templos, voces contra el presidente, si bien, se hacer sin mucho énfasis, si se escuchan azuzantes. Las escuelas confesionales, sin duda, por su contenido ideológico, forman parte de los activistas opositores.
Están los medios de comunicación, y generadores de opinión que recibían jugosos pagos del poder político y económico a cambio de estar al servicio del poder. Los llamados periodistas funcionales. Los que por décadas cobraron cantidades fabulosas a cambio de callar hechos, repetir versiones oficiales (la verdad histórica), colaborar para encarcelar personas (Carlos Loret de Mola con Genaro García Luna). Mentir y manejar noticias falsas, el trabajo sucio del “periodismo”.
Todos ellos conforman la alianza golpista, bien financiados, con asesorías para ejecutar su plan. Pero tienen graves problemas, cientos de ellos tienen carpetas abiertas por pillos, y sus mensajes golpistas y descalificantes, no llegan a la base social, terminan por ser grupos que se cuecen en su propio hervor. O no.
