-Oye we, qué onda contigo. Luego dices que yo soy el Barbaján, el Pelafustán, el Zoquete, el Parásito…-; y Zángano te falta decir…; – precisamente eso lo serás tú. Me dices Zángano, y tú te tomaste este fin de semana sin mandar nuestra columna ¿pues qué te crees? -; mira que tú a mí no me vas a venir a cuestionar lo que haga o no haga. Así que no me estés fastidiando y déjame comenzar con mi colaboración.
Resulta que con esto de la cuarentena, a muchos nos cogió desprevenidos…; – nos ¿quéeee?…-; no puede ser, apenas estoy iniciando y ya saliste con tus peladeces. Nos tomó, nos agarró, desprevenidos y ha modificado un sinfín de cosas en nuestra cotidianeidad. – Pues lo único que no ha modificado es tu manera de tratarme -. Cállate por favor.
De entrada modificó la manera en cómo se venían dando nuestras relaciones familiares…; – claro que solamente en aquellos que han hecho caso y no son como algunos valemadristas que siguen sin entender que deben seguir ciertas medidas preventivas para evitar el riesgo de contagio…-; que te calles.
Hemos visto, sobre todo en redes sociales, que muchos, entre broma y broma, dejan ver lo fastidioso que les resulta el encierro y, por ende, la convivencia familiar se ha tornado un tanto cuanto problemática. Las discusiones maritales han llegado con mayor frecuencia; la cartelera de la Arena Coliseo se queda corta en comparación con la cartelera que anuncia los trompones que se dan entre hermanos, sin importar si son mano a mano, en parejas o hasta en relevos australianos y mixtos. – Aunque si yo estuviera en esa condición, los metía en una jaula a que se rompieran la máuser…-; que te calles.
A muchos otros, como es mi caso. No poder ver a mi Mandamás, vino a trastocar mis fines de semana en los que, sin lugar a dudas, son el momento más maravilloso por la gran cantidad de carcajadas que me arrebata la criatura con tantas ocurrencias. Si anteriormente, mientras no aparecía el Covid19, entre semana las llamadas telefónicas eran nuestra manera de comunicarnos; ahora, las video llamadas se han vuelto la constante para sentir que estoy cerca…; – oye we, por qué no dices “sentir que estamos cerca”; será porque a ella le vino como anillo al dedo para no estarte aguantando…-; que te calles Parásito.
Y bueno. Muchos saben que el trabajo que realizó me pide no poder quedarme en casa entre semana; sin embargo los fines de semana sí me obligo a acatar las disposiciones que se han hecho por parte de la Secretaría de Salud; por lo tanto, para una persona como yo, que duerme poco, no para durante el día y siempre tiene que estar haciendo algo, se ha convertido en un verdadero calvario estar encerrado…-; – y yo qué culpa tengo de que estés acostumbrado a que siempre te levantas temprano we. Siquiera el fin de semana deberías quedarte hasta las once de la mañana acostadito para recuperar fuerzas…-; cállate Haragán. Aunque tienes razón. Esa condenada costumbre de levantarme temprano vuelve más difícil mi penar. Pues de las seis a las nueve de la mañana ya terminé de lavar trastes, lavar ropa, sacudir, barrer y trapear y siento que ha sido una eternidad.
Y a pesar de esa ansiedad que de repente me acompaña, es controlable porque no hay gritos de niños, peleas de chiquillos, rebeldías de adolescentes y, mucho menos, discusiones maritales como a otras personas suele sucederles.
En días pasados, un buen amigo me comentaba lo difícil que era lidiar con esta situación que les comento y me compartió uno de sus remedios que le ha funcionado. Usted puede ponerlo en práctica. Quizás le sea de utilidad como a él le ha sido.
Me dijo que cuando llega de trabajar por la tarde noche, porque su actividad le impide estar todo el día en aislamiento social y antes de que comiencen los reclamos de su pareja por tener que estar aguantando los gritos y todo aquello que representa el trío de chiquillos; mete su carro a la cochera, se baña, se cambia, regresa a su carro e invita a sus chiquillos a subir en la parte trasera para “sacarlos a los pobres a dar una vueltecita en la colonia como animalitos”; sólo así se calman, dice.
– Jajaja no manches we, neta eso hace -. Sí we. En épocas difíciles, hasta lo menos probable es posible. Por cierto deja me voy a comprar una pomadita para ponerme en mi espalda porque me duele; eso de la albañilería está padre pero como cansa mi Zángano. Creo que necesito un masajito…; – lo que necesitas es otro cuerpecito we, porque ese que tienes ya está muy jodido…-; ya vámonos Parásito.