Mientras el gobierno de Aispuro Torres actúa con mesura, pero sin dejar de estar atento sobre cómo se propagan algunos casos del Coronavirus en otras entidades, aquí, sin bajar la guardia las actividades se realizan con cierta normalidad, pues luego la confusión que las redes sociales infunden con sus mensajes, no deja de preocupar a algunas personas que se dejan influenciar por datos falsos o noticias alarmantes, cuando en realidad, no es del todo como lo describen.
En el caso del presidente municipal Jorge Salum, está metido en sus tareas cotidianas y dando seguimiento al desempeño de los miembros de su gabinete. En ambos casos hemos de resaltar la responsabilidad con que han actuado hasta ahora, y no se dejen llevar por ciertas manifestaciones y se actúe con prudencia, pues no está la situación como para que le agreguemos un problema que cree zozobra entre la población.
En contraste, hay qué señalarlo, es difícil de entender lo que están haciendo el presidente López Obrador y su gabinete ante las cuatro crisis que enfrenta el país: la del coronavirus, con sus secuelas de salud pública (incluyendo la propia crisis, anterior al coronavirus, en el sistema de salud) y la crisis económica nacional y global; la crisis del petróleo, con un caída notable de los precios; y la de la inseguridad, sobre todo en su vertiente de feminicidios y violencia contra la mujer.
Qué es lo que se espera de un Presidente en estos tiempos de crisis. La pregunta es relevante cuando la gran mayoría de las naciones del mundo enfrentan un grave riesgo de salud para sus habitantes. Hasta ahora, hay que decirlo, el mandatario ha quedado a deber. Su gobierno no ha tenido posiciones uniformes. Los distintos voceros se han contradicho en diferentes ocasiones y él no ha logrado que las instituciones a su cargo funcionen en concierto. Y no sólo eso: con sus acciones en lo personal ha puesto en entredicho a sus subalternos, como cuando dijo que a los pasajeros de un crucero donde había casos sospechosos de coronavirus se les debía recibir “por humanidad” —antes de saber qué era a lo que se estaba enfrentando— o cuando dijo que los mexicanos debíamos abrazarnos porque “no pasa nada” o cuando, el pasado fin de semana, se fue de gira por Guerrero y se puso a saludar a los asistentes hasta de beso. Todas esas cosas las habían desaconsejado los expertos nacionales e internacionales y hasta sus colaboradores.
Mientras el mundo cancela actividades, propone distintas medidas de aislamiento, se cierran fronteras y se cancelan vuelos para tratar de frenar el coronavirus, el Presidente anda en sus giras, reparte abrazos y besos ignorando las recomendaciones de sus propias autoridades sanitarias y se dio el lujo de decir, en la convención de banqueros en Acapulco, no hablaría del Coronavirus ese es un tema “sanitario”, insistiendo en que nuestra economía está muy bien y que en México hay “condiciones inmejorables” para invertir, dejando desconcertado hasta al último de los banqueros, muchos de los cuales, sobre todo de bancos internacionales, simplemente decidieron no concurrir al encuentro por temer al contagio.
No fue menos desconcertante que, en plena convención, cuando se recomendó a los asistentes no saludar de mano o de beso, el presidente López Obrador lo hiciera así con todos los asistentes que se le cruzaron.
La pandemia no nos debe hacer caer en pánico, pero tampoco se puede subestimar, es un desafío global muy grave y como tal lo están tomando las autoridades de todos los países del mundo. No la derrotaremos, con “cultura”, sino con las medidas sanitarias que el propio Presidente no respeta.
Esto no es, como dijo, una “conspiración conservadora”: es una pandemia cuyo centro ya no está en China, sino en Europa, sobre todo en Italia y España, y que ha llegado a Estados Unidos, donde ya hay miles de casos. Es una pandemia donde el único mandatario mundial que parece no tomarla en serio es el nuestro. Hasta Trump decretó el estado de alerta en todo el país y adoptó medidas draconianas, mayores a las recomendadas por la Organización Mundial de la Salud, incluyendo la de que se revise a toda persona que se acerque al mandatario estadunidense.
Las pandemias no tienen ideología, tampoco se derrotan con buena voluntad. Por eso, las medidas que fueron buenas en China son buenas en Singapur, en Italia o España.
Por eso controlan sus fronteras varios países. No somos diferentes. Para atender la emergencia sanitaria se deben aplicar las medidas que recomienda la Organización Mundial de la Salud.
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