Es un momento difícil, pues, vivir en México y ser mujer es un acto de resistencia permanente. En los días pasados, pudimos presenciar por redes sociales, el dolor, la rabia y el miedo.
Ingrid Escamilla, te recordaremos… pues tu caso fue nombrado como el peor feminicidio de la historia, un título impactante, pero el acto bárbaro e inhumano no dicen lo contrario. Más aun cuando todas las personas, hablaban de ello, sobre todo cuando leíamos las primeras noticias, el desarrollo de la historia o cuando se dio a conocer más información. La indignación se hizo presente, cuando el servidor público, tomo la foto y la compartió, cuando los medios de comunicación publicaron la imagen y cuando las personas pasaron a grupos de whatsapp la misma, pues les interesaba más el morbo de reproducir sus imágenes que el dolor inmenso que sentían sus familiares por verla así.
Y cuando, ya se estaba olvidando el tema, la realidad nos vuelve a azotar y nos recuerda la situación de emergencia nacional que se vive, con el caso de la pequeña Fátima, una niña de tan solo 7 años, que fue secuestrada, torturada y asesinada.
Perdóname Fátima, por no haber podido estar ahí, para poder salvarte, que me perdone ella y todas las mujeres asesinadas en este país. Pues durante muchos años hemos preferido el dialogo, con mesas de trabajo, con leyes, con políticas públicas, programas, protocolos y con declaratorias de alerta. Acatar las estrategias o el debido proceso; justificar la impunidad disfrazada de ineptitud.
Aunado a esta problemática social, tan compleja y multifactorial el estado mexicano no solo a pecado de omiso si no que, el mismo presidente a evidenciado un desinterés total ante estas circunstancias; Pese a que los últimos acontecimientos en cuanto a feminicidio y violencia de género, han sido obligadamente preguntados al presidente, este se jacta de haber turnado hacia las instancias correspondientes, sin que ellas muestren un avance hacia la procuración de justicia hacia las afectadas. Pareciera ser que, temas tan frívolos como la rifa del avión presidencial y los achaques al neoliberalismo son más importantes que la integridad, la dignidad y la vida de las mujeres de este país.
Pues queda claro que su prioridad no somos nosotras ni las niñas, esto aplica para él y para más personas, pues mientras la tristeza se mantiene, los políticos y los partidos, demuestran que no tienen límites, la oposición quiere aprovechar la coyuntura y habla como si le importara, como si cuando tuvieron espacios, hubieran sido diferentes.
Pero también, para las personas que utilizaban “feminazi” como insulto y que ahora dicen “quemen todo”. Porque vivimos en un país en el que se necesitaron de dos asesinatos dolorosos de mujeres, para cambiar el discurso de algunas personas.
Pero les pregunto, a las personas que dicen que esto es “personas buenas contra personas malas” de dónde sacaron esa gran mentira ¿acaso fue de la cartilla moral? Porque desde hace más de 20 años estamos luchando solas, porque la verdadera guerra es contra nosotras, pues cada día somos 10 mujeres menos.
Les pregunto lectores ¿De quede qué tamaño tiene que ser la violencia? o ¿Que tan espantoso tiene que ser la tortura y la muerte de una mujer? para despertar y dejar esa tibies en la que se encuentran cómodamente las personas.
Muchas opiniones sostienen que la pena de muerte es una figura jurídica que en México no puede ser aplicada como medida coercitiva a quienes contravienen la ley; que su discusión sería contra derechos humanos y su aprobación impensable con un sistema de justicia tan incipiente como el mexicano. Pero lo que muchos no saben es que si existe la pena de muerte en Mexico, y eso es ser mujer.
Quien nace mujer tiene más posibilidades de morir impune.