Opinión | 1968: La lucha por las libertades democráticas

A la maestra Ifigenia Martínez  y a la escritora Elena Poniatowska

• Marco histórico.- Era el tiempo de la guerra fría, cuando USA y la URSS se disputaban la hegemonía mundial; Alemania y Corea estaban divididas y lo mismo Vietnam, donde las potencias ensayaban su armamento bélico y las bombas de  napalm incendiaban las aldeas del sudeste asiático. En Estados Unidos,  el 18 de marzo de 1968, Martin Luther King  pronuncia su profundo y sentido discurso en defensa de la igualdad y de la integración racial de los afronorteamericanos en la vida de ese país. De su pensamiento humanista, rescato estas frases: “Ahora es el tiempo de elevarnos del oscuro y desolado valle de la segregación hacia el iluminado camino de la justicia racial…No debemos permitir que nuestra protesta creativa degenere en violencia física…Yo tengo el sueño de que un día en las coloradas colinas de Georgia, los hijos de los ex esclavos y los hijos de los ex propietarios de esclavos serán capaces de sentarse juntos en la mesa de la hermandad”.

• En octubre de 1969, Ángela Davis organiza su famoso sitting en la universidad de Berkeley, California; en el que busca sumar a los estudiantes de raza blanca a la causa de la integración y la igualdad racial. A mi generación, nos unía con Ángela Davis su pensamiento revolucionario, en la línea contracultural de Herbert Marcuse, crítico severo de la actitud unidimensional de los medios de comunicación masiva, que impedían el pensamiento crítico de la sociedad.

En agosto de 1968, fuerzas del pacto de Varsovia, dirigidas por la Unión Soviética, invaden Checoslovaquia a fin de aplastar el movimiento libertario de reivindicación política, conocido como la Primavera de Praga, liderado por  Alexander Dubcek. Se trataba de mantener el control opresor dentro de la llamada “cortina de hierro”.

• En mayo de 1968,  estalla en París, Francia, la llamada Revolución de Mayo; cuyo escenario es el barrio latino de Nanterre de la Universidad de la Sorbona, donde los estudiantes, liderados por Daniel Cohn Bendit, levantan barricadas y se enfrentan a la represión de la autoridad. Su proclama libertaria contra las prácticas opresoras de la sociedad, se sintetiza en dos grandes paradigmas: “Prohibido prohibir” y “La imaginación al poder”; principios que compartimos con beneplácito toda la juventud progresista del mundo de los años 60´s.

En este contexto histórico, de las luchas contra la discriminación racial y de los movimientos protestatarios y contestatarios de la juventud estudiantil, contra las prácticas opresoras del llamado establishment; la juventud mexicana, en julio de 1968, desata su propia lucha contra la represión y la conduce bajo el paradigma político denominado: lucha por las libertades democráticas. Por primera vez; los estudiantes de la UNAM, del Politécnico, de Chapingo, de la Escuela Nacional de Maestros, de la Universidad La Salle y de la Universidad Iberoamericana –  y de otras instituciones educativas- unifican su sentir generacional, levantan su palabra y marchan por las calles de la ciudad de México, para expresar su repudio al autoritarismo y a la represión del gobierno diazordacista, que como nunca, mediatizó y reprimió las protestas estudiantiles; como lo había hecho en la Universidad Nicolaíta y en la Universidad de Sonora. El movimiento estudiantil de 1966 en Durango, estuvo a punto de ser reprimido por la fuerza; pero nos salvó la solución alterna de la desaparición de poderes. Así pues, en 1968, el Casco de Santo Tomás, Ciudad Universitaria, el Paseo de la Reforma  y el Zócalo, fueron testigos de la rebeldía de aquella juventud idealista que “ganó la calle” según el decir del escritor Miguel Ángel Asturias. La terrible factura que aquel gobierno autoritario le cobró a la juventud, fue la masacre de Tlatelolco; ocurrida el 2 de octubre de aquel año del 68; que fue el inicio de un proceso que paso a paso ha ido construyendo un sistema político más incluyente y plural; y esperamos que en el actual régimen político que lidera el presidente Andrés Manuel López Obrador, se logre consolidar el ideal de las libertades políticas, por el que luchó mi generación juvenil; instituyendo las reglas jurídicas pertinentes para que las elecciones sean efectivamente democráticas y generando en la ciudadanía una cultura de la democracia, que sea una forma de vida como lo postula el artículo 3° de nuestra Constitución Política. Como participante activo del movimiento estudiantil del 68- miembro del comité de huelga de la Facultad de Derecho de la UNAM-; pido respetuosamente, a los integrantes del Poder Legislativo bicameral del Congreso de la Unión, que por encima de sus legítimos intereses partidistas, alineen su pensamiento y asuman el compromiso histórico para que la democracia en México sea integral, creando las diversas instituciones de consulta ciudadana, que hagan realidad el principio de la Democracia Participativa. En este propósito no hay disyuntiva; es tiempo de que el sufragio sea efectivo en los hechos y de que nuestros gobernantes tengan la legitimidad del voto ciudadano – es decir, un ciudadano un voto-, bajo las reglas estrictas de la legislación electoral. Nuestros legisladores tienen la palabra frente a este desafío y los ciudadanos tienen el derecho de emitir su juicio y decirlo en las urnas, en cada elección del poder público.

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