Opinión | El Presidente espera

El presidente espera ver laureles y oír virtudes cada mañana en medio de la austeridad de su palacio. Quisiera encontrar reporteros ajenos a la nómina, pero por más que mueve sus ojos encuentra rostros conocidos: los de siempre, los guionistas. Por ejemplo el respetado Lord Molécula en su traje aguamarina resaltado por corbata de salmón.

El presidente espera despertar con la noticia de que la débil mal organizada y fraccionada oposición (eso no resta su importancia para balancear o mantener un orden en supuesta democracia) ha amanecido rígida o con la lengua de fuera, lívidos. Pretende dárselas de emperador en una tierra que conoció lo divino a lengua de Netzahualcóyotl, cantor; el último poeta rey.

El presidente espera pasar inadvertido a la mirada de una izquierda pulverizada, cada día menos unida pues lo admito, en estos tiempos es difícil ser buen camarada, pues el otro nos desquicia con sus opiniones. Lo más sencillo es insultar. Dar tiempo a una idea sostenida con palabras ha de ser el obstáculo a vencer en cualquier intento de ciencia para reestablecer una sociedad. Adjudicar la perfección al movimiento (sea cual sea) es un error que lleva a la desintegración. Lo último en la agenda debe ser olvidar nuestra humanidad, y no admitir que contamos más fallos que suertes.

El presidente espera salirse con la suya en un Xibalba sin ley o justicia. Espera que nos traguemos sus anuncios en la radio, de que ya no hay corrupción o tráfico de influencias. Por favor, encima de corrupto descarado y sin vergüenza. Cínico por excelencia. Igual a toda la manga de aprovechados hacia un pueblo confianzudo. También los de la oposición son de la misma madre. Nomás para que no se emocionen.

El presidente espera minimizar todo. No pretende escuchar a nadie. Ninguna circunstancia va más allá de su persona, y su persona no controla ni una circunstancia. ¿La pandemia? Cosa fácil. Para todo lo demás refiérase a gobiernos anteriores.

El presidente espera matarnos de aburrición en sus mañaneras. Fracasa de forma magistral. Apenas un periodista lo incomoda: recarga ambas manos frente a su tribuna, se asienta, casi que se desmaya. Nunca sabe que decir: recordemos que sube a decir lo que siente, no estructura sus ideas. Un día dice una cosa, al otro se lo lleva el tren y no encuentra como justificar su verborrea, quizá producto del café, o alguna otra sustancia.

El presidente espera seguir mintiendo, en fin que nadie dice nada y sus tonteras se las justifica el gabinete. Con que a ellos no les pase nada todo en orden. Intocables, si, pero a expensas de sacrificar a sus hermanos… no es como que les importe. Día tras día demuestra su falta de profesionalismo. Un presidente bufón, comediante, irrespetuoso.

Yo, por otra parte, no espero nada de él. Ni cambiará, ni de repente rectificará sus errores, ni pedirá perdón (mínimo), ni se pondrá a chambear, ni será comprensivo, ni nada. Tampoco le deseo el mal pues caería bajo. Solo espero que el pueblo pueda resistir no esta tormenta, si no la de mañana.

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