Opinión | La gubernatura que viene (IX)

Llegamos a la elección constitucional de 2010, con Jorge Herrera Caldera y José Rosas Aispuro enfrentados por algo más que la gubernatura: la subsistencia del supuesto plan transexenal de Ismael o la alternancia en el poder, no entre los partidos contendientes, sino entre los principales actores del escenario local al término del mandato de Guerrero Mier.

El proceso electoral fue intensamente disputado, controvertido y plagado de irregularidades, que el equipo jurídico multipartidista que apoyaba a Aispuro concretizó en una robusta demanda de nulidad de más de 800 cuartillas presentada ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.

Las violaciones acreditadas en la jornada electoral fueron abundantes: robo de urnas, particularmente en distritos de Gómez Palacio, amedrentamiento armado a electores de distritos rurales, connivencia de directivos de casilla, alteración de actas de escrutinio y cómputo, amén de otras violaciones graves cometidas en las etapas previas a la elección, que en otras condiciones políticas en el país hubieran sido suficientes para anular los resultados.

El tribunal federal a cargo del juicio ya para entonces suscitaba sospechas de fallos amañados, así que no se descartaba el éxito de un litigio crematístico. 

La demanda no prosperó, Jorge asume la gubernatura, Aispuro se convierte en panista y senador por ese partido en 2012, y hasta ahí todos contentos.

Se empezaba a confirmar que el slogan de una “nueva generación” en el gobierno no pasaba de ser un cuento chino. Todos los signos indicaban que, a diferencia de los años setenta, en Durango no era una generación de políticos de naturaleza y formación diversa la que buscaba el poder público estatal; lo que se estaba perfilando era el plan de continuar un proyecto transexenal en torno a una sola persona, como se había rumorado insistentemente.

La conformación del gabinete del nuevo gobernador pareció confirmar lo anterior: Hugo Rosales Badillo, antiguo operador electoral de Hernández Deras, secretario general de gobierno; Adrián Valles Martínez, otro cercano a Ismael, secretario de recursos naturales y medio ambiente; repitieron en el cargo los mismo titulares que Ismael tuvo en finanzas y administración, en desarrollo económico, y en obras públicas; como procurador de justicia asciende al subprocurador de Hernández Deras; en seguridad pública nombra como titular al subsecretario de operación de Ismael; a Jorge Herrera Delgado, seguidor del ejecutivo saliente, lo designa secretario de educación. Apenas le alcanza al nuevo mandatario para invitar a su gobierno a Carlos Matuk, a Juan Avalos Méndez y a Oscar Erasmo Navar, provenientes del sector empresarial y profesional, así como otros puestos de menor jerarquía que se ocupan como parte de los compromisos de campaña.

El Congreso del estado era dominado completamente por los 18 diputados priistas que habían obtenido su postulación todavía bajo la égida de Ismael, lo que incluso permitió, y casi de inmediato, que se votara sin discusión una iniciativa presentada por uno de sus legisladores  allegados a través de la cual se violentó flagrantemente la autonomía de la UJED, consagrada por el artículo 3º constitucional, lo que desembocó en un proceso de deterioro de nuestra máxima Casa de Estudios, que no ha parado hasta la fecha.

Lo mismo sucedía con la integración del Poder Judicial, con la diferencia que ahí se encontraba ya como presidente del tribunal Apolonio Betancourt, amigo cercano de Jorge Herrera Caldera, con quien compartió cargos de dirigencia estudiantil en la antigua secundaria seis, cuya función jurisdiccional siempre fue acotada por la influencia de Ismael, que lo había hecho magistrado y presidente, y ahora, tal vez, por las recomendaciones cordiales de Herrera Caldera. De la autonomía jurisdiccional, ni hablar.

Ismael comienza a capitalizar el apoyo que, en conjunto con otros gobernadores priistas, le brindó a Enrique Peña Nieto para fraguar su candidatura presidencial, primero, y luego la desastrosa gestión gubernativa que le abrió paso franco a López Obrador, en su tercer intento de ser presidente de la República.

Con el soporte de ese antecedente, Ismael se postula para senador en 2012 ganando la elección de mayoría al hoy gobernador José Rosas Aispuro, para entonces ya propuesto por el PAN-PRD, pero con sus actitudes públicas y falta de recato ante la autoridad de su sucesor, deja entrever lo que a diario se decía en corrillos: que era EL quien realmente mandaría en Durango.

En el colmo de las apariencias, el imaginario popular comentaba que al gobernador saliente le habrían acondicionado una oficina especial para EL, precisamente en la Casa de Gobierno donde despacha periódicamente el jefe del Ejecutivo, especie nunca verificada pero tampoco desmentida fehacientemente.

Sin embargo, dicen que no se conoce realmente a una persona hasta que obtiene poder, los ejemplos abundan; el mando nunca se comparte, por más que la supuesta falta de carácter que muchos atribuían a Herrera Caldera, hiciera pensar lo contrario.

Es posible que, precisamente, la sumisión que parecía rendirle a Ismael haya sido una de las claves para que EL se sintiera confiado de facilitar su arribo a la gubernatura y fortaleciera su quimera del mando transexenal.

En el summum de su poderío político, Ismael celebra ruidosamente su cumpleaños 50 en la famosa comida que conjuntó a miles de personajes de toda laya, incluyendo al gobernador Herrera Caldera, al arzobispo local, exgobernadores del estado y a los mismísimos Fox y Marthita; desplegando entre las mesas intimidatorios mensajes sibilinos para el ejecutivo, pero eso sí, con artistas y conjuntos musicales de prosapia y abundancia gastronómica y etílica.

El enojo del humillado gobernador se hizo sentir de inmediato: en los días siguientes el edil saliente Adán Soria es apresado y su última cuenta pública rechazada, son cesados fulminantemente varios secretarios y muchos funcionarios de gobierno identificados con EL.

Llega así la fractura de la “nueva generación”, que configura el fracaso priista en la elección de 2016 y la llegada de Aispuro al gobierno estatal.

De eso trataremos en la siguiente colaboración.

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