Me he referido en otras colaboraciones a quienes despuntaron políticamente con Páez Urquidi y con Mayagoitia y a otros duranguenses que destacaron en tareas administrativas y políticas.
Era interesante destacar sintéticamente sus historias, porque en ellas coincidieron circunstancias hoy de sobra conocidas, que parecieran concurrir en la formación política de Ismael Hernández Deras.
¿Cómo se gesta el arribo de Hernández Deras a la gubernatura del Estado?
Hay que recordar que, hacia finales del gobierno de Silerio Esparza, súbitamente Ismael se erigió en la capital como líder de una generación joven que, se decían a sí mismos, venía a ocupar los espacios de la simbiosis gobierno-PRI.
El, como los citados al principio de esta nota, había surgido de la política estudiantil universitaria; se formó sustancialmente en la capital del estado; pasó por el tránsito de la estructura partidista o sectorial a los cargos de elección popular, pero, además, pretendía, según comentaban sus allegados, acaparar por muchos años la escena política de la entidad.
En el proceso de consolidación de esta idea, Ismael tuvo la simpatía y el cobijo de Ramírez Gamero y de Maximiliano Silerio quienes, en sus respectivos mandatos gubernamentales, le abrieron amplios derroteros para la consolidación exitosa de su carrera.
Hasta ahí, desde su óptica, únicamente estaban repitiendo el esquema en que ellos mismos se habían formado; participar y destacar en la política estudiantil universitaria, migrar a las estructuras juveniles del PRI, “chalanear” como brigadistas, propagandistas, “jilgueros”, oradores o simples ayudantes de dirigentes partidarios o políticos encumbrados o en vías de serlo.
Algunos que estaban mejor dotados o habían tenido un historial destacado en las principales sociedades de alumnos de la UJED o del ITD, tenían mayor fortuna y eran convocados indistintamente a cargos menores de elección popular o puestos intermedios de la estructura burocrática municipal o estatal, pero solo esporádicamente eran propuestos para encargos mayores.
Me parece que tanto Ramírez Gamero como Silerio Esparza pecaron de ingenuidad al abrirle caminos al joven político estudiantil, que los fue cautivando gradualmente con su trato personal sumiso y su disciplina castrense en el cumplimiento de las instrucciones superiores.
Pero Hernández Deras no era miembro del sector obrero ni del sector agrario, sino del sector popular, del que incluso fue dirigente estatal, lo que rompía con una de las líneas operativas de los gobernantes del PRI, la de alentar e impulsar a prospectos de su sector de origen partidario.
Por otro lado, ante la ausencia de nuevos valores en el panorama estatal, tal vez ambos gobernadores, en su respectivo tiempo, llegaron a pensar que el joven Hernández Deras sería una buena apuesta para el futuro, obviamente con su consejo y orientación, lo que les permitiría la extensión de su influencia en el poder público más allá de sus respectivos mandatos.
Como haya sido, resultaba extraño y notorio el aliento a la carrera de Ismael por parte de ambos gobernadores, siendo que tenían a su lado a correligionarios cercanos a sus intereses políticos y visiones de gobierno, a quienes dejaron al margen de la lucha por la candidatura o no potenciaron adecuadamente desde el Ejecutivo a su cargo.
Cuando llegan los prolegómenos de la sucesión de Guerrero Mier, ya se observaba el efecto de cinco años de una gobernación cansada, con pocos aciertos administrativos y resintiendo constantemente el distanciamiento con el gobierno federal y en la relación con el presidente Fox.
Los antiguos colaboradores de Ramírez Gamero y Silerio fueron borrados casi todos del proyecto político y de gobierno de Guerrero Mier, así que éste llegó al final del sexenio sin contar con la simpatía o implícita aceptación de sus antecesores, lo que no es un requisito imprescindible, salvo cuando no se tiene la fortaleza y control absoluto del contexto político de la Entidad, como era el caso.
A este panorama ominoso se adicionaron puntos negativos importantes: Guerrero Mier no se decantó por ninguno de sus colaboradores o simpatizantes para sucederlo; alentó abiertamente la candidatura de Carlos Herrera, a todas luces polémica y poco competitiva; declinó su facultad metaconstitucional de definir al candidato, así hubiera sido Herrera Araluce, aun cuando ya no tenía que contar con la anuencia presidencial de Fox; no cuidó ni controló los procesos internos del PRI para la definición del candidato a gobernador, incluso el propio presidente de su comité ejecutivo estatal, Gustavo Lugo, perdió una elección interna con Jorge Herrera Delgado, aliado de Hernández Deras, por la presidencia municipal capitalina; permitió la participación de Aispuro, entonces alcalde de Durango, en la contienda interna, lo que motivó suspicacias por una presunta dispersión de sus votos en beneficio de otro aspirante; no presionó a Carlos Herrera para que impugnara las claras irregularidades registradas en los procesos que definieron la candidatura, pues no hubo vigilancia estricta de la propaganda y gastos de campaña, adecuado control de los electores acreditados, ni actas de escrutinio y cómputo formales, aun cuando ya estos procesos estaban regulados por normas exigibles ante los tribunales; pero lo más delicado fue el decepcionante desenlace de su sucesión, siendo que Ángel Sergio venía siendo reconocido como un auténtico mago en la materia electoral.
No cabía duda, hacía mucho que el tiempo había dejado atrás ese modo de hacer y entender la política.
Así, el contexto fue perfecto para la exitosa acometida electoral de Ismael Hernández Deras y para la aparición de una nueva dinámica en la promoción político-electoral de todo aspirante priista a cargo de elección popular: el marketing, las florecitas y telegramas a las madres en su día, el saludo indiscriminado a los potenciales electores, la sonrisa dentífrica como tarjeta de presentación, la humildad extrema como signo personal, la amenaza velada de abandonar el partido para presionar la postulación, y otras herramientas que antes no tenían ni los del PRI, ni los del PAN y menos los del PT y adláteres.
¿Quiénes integraban la nueva generación que gobernaría Durango?
Trataremos de abordarla en la próxima colaboración.