Opinión | Las mujeres, cosificadas y vulnerables

Ernesto Escobosa

Este es otro de los temas tabú en el debate público; las abundantes leyes machistas que sobreprotegen a la mujer han sido muy rentables como propuestas de campaña en los últimos años, lo grave, es que se cayó en tantos excesos que en vez de empoderarlas como se pretendía al inicio, paulatinamente las han ido ubicando en más condiciones de inferioridad y vulnerabilidad.

Es evidente, que tanto las leyes especializadas como las políticas públicas siguen concibiendo a la mujer de acuerdo al modelo tradicional, en el que son dependientes, débiles, con menos talentos y capacidades que los varones, sumisas y abnegadas; lo cierto, es que hay innumerables mujeres que no tienen esas características limitantes y son muy exitosas en lo que hacen.

En México el feminismo es machista simplemente porque la cultura ha sido así desde siempre, las diversas etnias indígenas lo son, hay muy pocas en las que se trata con más equidad a las mujeres y a los niños, en esta forma de relacionarse destacan los huicholes; por otra parte, los colonizadores españoles representan, aún hoy, una de las sociedades más machistas de Europa.

Cuando se le dan cuotas a las mujeres para que ocupen cargos públicos siempre me ha parecido la validación legal y socialmente aceptada de menospreciar sus capacidades, es la negación de que tienen talentos para competir y superar no solo a los varones, sino también superarse entre ellas y mientras se siga conservando esa visión descontextualizada “del sexo débil”, las posiciones de responsabilidad las seguirán ocupando mujeres por el simple hecho de haber nacido con ese género y no necesariamente porque sean las más preparadas y sobresalientes.

Las mujeres han modificado sus roles y sus escalas de valores en las últimas décadas, paulatinamente dejaron de ser amas de casa y llegaron a las instituciones de educación superior para posteriormente incorporarse a los diversos mercados de trabajo o hacer empresa, realizando una amplia gama de actividades, teniendo responsabilidades y éxitos que eran impensables todavía en los años 80’s, tanto en calidad como en cantidad, pero esos avances también están teniendo costos.

Una trascendente científica y feminista como lo fue Marie Curie, decía: “Nunca he creído que por ser mujer deba merecer tratos especiales, ya que de creerlo estaría reconociendo que soy inferior a los varones y yo no soy inferior a ninguno de ellos”, esta, es un visión sumamente contrastante con el feminismo mexicano, el cual es bastante ambivalente, ya que exige desde la perspectiva social tratos especiales por ser mujer y además ventajas jurídicas también por serlo; al grado tal, que la violencia de género sigue siendo sinónimo exclusivo de violencia hacia la mujer; el atraso de la idiosincrasia es evidente.

La equidad en gran medida se ha malinterpretado, muchas mujeres paulatinamente han ido asumiendo el rol tradicional del “macho mexicano”, mal hablado, mujeriego, parrandero y jugador, incluso ha aumentado su incidencia en actividades delincuenciales, esto, como consecuencia de una distorsionada interpretación de la liberación femenina; el comportamiento social está cambiado drásticamente y es muy notorio en las generaciones de mujeres más jóvenes, a la vez que también muchos varones se alejan de la visión machista que concibe y trata a la mujer como a una persona inferior.

En los últimos años el alcoholismo y el consumo de drogas legales e ilegales también se ha disparado en la población femenina, circunstancia que ha hecho más recurrente su participación como factor de violencia doméstica, tanto hacia sus familiares como contra sus hijos y parejas; lo cierto, es que las mismas prácticas violentas que cometen los varones, también las están realizando las mujeres; en diversos ámbitos ellas son aún más machistas que ellos.

Afortunadamente, en la actualidad existen mayores puntos de referencia que están propiciando una evolución cultural más constructiva y cada vez hay más parejas que parten del reconocimiento y aceptación de las diferencias para romper con los roles históricos y la rigidez del machismo o del feminismo machista y simplemente colaboran en hacer las tareas que contribuyen a su bienestar común, las cuales van desde el entorno doméstico hasta el contexto social y económico, el proyecto de vida compartido, la búsqueda del éxito profesional y la realización de las metas de cada uno, haciendo equipo, sin competir ni obstaculizarse entre ellos.

México aún debe avanzar mucho en cultura cívica y en la calidad de la convivencia por medio de perspectivas de género más realistas y objetivas, ya que es imposible que se logre una equidad de derechos y obligaciones saludable y funcional para varones y mujeres por medio de leyes, usos y costumbres, así como políticas públicas que idealizan, victimizan, sobreprotegen y minimizan a la mujer; las cuotas de género en política, evidentemente, son parte del subdesarrollo legislativo y cultural.

@ernestoescobosa

 

 

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