Opinión | Parásitos

-Oye we…-; dime Mequetrefe. – La ves pasada me comentabas de cuando te pusiste pacheco por andar de pinche tragaldabas…-; pero ya te expliqué la razón por la que sucedió ese lamentable episodio de mis años estudiantiles; así que dale vuelta a la página y… A otra cosa mariposa.

– No. Pues yo solamente estaba comentando we… Estaba contextualizando como dices, sobre ese acontecimiento que seguramente, es el que te afectó…-; afectado tienes el cerebro mendigo Tábano. Y no me vayas a salir como Cacapet, que ahora te agarres de esa charla para estar jorobe y jorobe a cada rato con esa anécdota; porque si me sales como esos personajes que no saben repetir otra cosa que el pasado; a ti sí te puedo agarrar unos fregadazos para que aprendas a vivir en el presente. 

– Tú a mí me… Haces los mandados y te quedas con los braunis we…-; en serio tú no entiendes Parasito argüendero. Me imagino que también quieres que te ponga una de perro bailarín para que me recuerdes lo que te resta de vida. – Aguanta vara, Pequeño Saltamontes; ya no te recuerdo que te empachecaste con braunis; pero es que esa ocasión me dijiste que en otro momento me comentarías lo de los trabajos en equipo o algo así -.

¡Ah! Sí. Ya me acordé. Pero qué quieres que te cuente si tú con duras penas sabes cómo te llamas. Qué vas a andar sabiendo de escuelas o de trabajos en equipo. – Ya ves cómo eres. Siempre restregándome en la cara sin piedad que no tuvimos las mismas oportunidades; pero aunque siempre me has hecho pasar como ignorante, a mí me debes que no te han roto el hocico pinche Tío Lucas. Si no fuera por mí, cualquiera te agarraría de bajada porque eres bien wey -.

Bueno ya, déjalo así, porque te voy a terminar debiendo todo el puesto de tacos de “El cuñao” y la neta no quiero perder mi tiempo con tus chantajes; así que mejor te cuento lo de los trabajos en equipo. – Venga -.

No diré nombres porque no lo creo conveniente; pero estoy seguro que más de uno de los que lean este espacio, aunque en diferentes tiempos y escuelas hayamos estudiado, se van a sentir identificados.

Todo inicia en uno de los trimestres cursados en la gloriosísima UAM Xochimilco. Generalmente los equipos se hacían por afinidades. Es decir, con personas con las que sabías eran “chambeadores, te llevabas bien y, en las diferencias, aguantaban vara en el intercambio de argumentos que llegaban hasta las menciones de progenitoras. Hasta ahí no había problema. Incluso, muchas veces, entre esas diferencias que se generaban, solíamos terminar en “Las Brujas”, un recinto de no muy buena reputación, y no porque fuera un lugar donde se ejerciera la prostitución, sino porque en dicho lugar la música, el alcohol y sin dudarlo, la droga estaban presentes…; – ¿Como los braunis we? -. Ya sabía que te ibas a dedicar a estar fastidiando con eso que te platiqué, mendiga Sabandija. Ya mejor no te cuento nada…; – no seas chillón, pinche cabeza de aceituna y sigue platicando -.

Pero deja de estar jorobando con los braunis…; – Simona la Pacheca we, venga -. Insisto. Al trabajar en equipo pues crecía tu conocimiento, porque había intercambio de puntos de vista; había fortalecimiento de amistades o, en su defecto, dejabas de considerar “amigo” a alguien que se tomaba de manera personal todo lo sucedido durante las investigaciones. Y en algunos casos, así como en las pascuas juveniles, llegabas solo y terminabas con pareja.

Hasta ahí. Seguíamos bien. El problema, el verdadero problema. Llegaba cuando, por azares del destino, el equipo en el que ibas a tener que participar, era conformado de manera tal, en que te sacabas la rifa del tigre y no se te auguraba un buen final. Hacías hasta lo imposible por salirte de ahí. 

Ahí es cuando empiezas a saber que los parásitos no son solamente los protozoos, los helmintos y los ectoparásitos; sino que también son los weyes que se sientan en una banca en el mismo salón que tú. – Pues que te hicieron mi cabeza de “cuiria” -. Pues nada. Solamente que en aquella ocasión que te comparto; éramos cinco en el “equipo” de investigación. Y a la semana en que tendríamos que presentar los primeros avances, dos de ellos brillaron por su ausencia, y eso no es lo peor Haragán. Lo peor fue que, a lo largo del trabajo se hicieron como tú, weyes; siempre había un pretexto para justificar sus ausencias en las reuniones; siempre tenían un pretexto absurdo para que los otros dos compañeros les “echaran” la mano con “el pinche Marco” que los traía en friega. – Conociéndote no hubiera querido estar en sus zapatos pinche capataz -. 

Y el colmo de la desvergüenza hizo que aquello terminara como te decía anteriormente: con recordatorios familiares y con “amistades” en la basura. Pues había un plazo parta entregar los trabajos. Y aquel par, con singular desfachatez, al momento de empastar el trabajo para entregarlo, tuvieron la osadía de decir: “Pues no creo que nos vaya a ir muy bien… Aquí hubiéramos puesto esto en lugar de esto… Estas imágenes se hubieran visto mejor…”; y así, el trabajo en el que tres nos esmerábamos para cumplir, terminaba destrozado por dos parásitos que, para acabarla de fregar, obtenían mejor calificación, gracias a que había maestros que se inclinaban por ese tipo de personajes.

No me queda la menor duda que, muchos que ya dejamos las aulas hace tiempo y los que ahora son estudiantes, confirmarán que siempre existe un parásito como los que comento. – Invítame unos tacuches we…-; y estoy seguro que también conocen a un Parásito como tú.

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