Uno de los temas polémicos en los dos años de gobierno de López Obrador, es la violencia. Nadie puede negar la creciente ola de crímenes: mujeres, periodistas, empresarios, ciudadanos y delincuentes, han sido víctimas de la imparable violencia.
El tema es complejo, la derecha, como si no hubiera surgido esta violencia en el sexenio calderonista, prácticamente se exime de toda responsabilidad y de manera absolutamente irresponsable, orienta su acusación al presidente López Obrador, manipulando la tragedia con fines políticos, para recuperar el poder.
No se puede tener un análisis serio de este fenómeno, si solo se ven cifras, consecuencias, estadísticas; es allí donde la derecha teme ampliar sus definiciones, por una sencilla razón, la violencia no se mide en quien la comete, sino en quienes se benefician, los que crearon el entramado estructural para que se cometa.
La violencia tiene autores intelectuales, hay detrás grupos e intereses, son los que ganan con la industria del crimen, esos grupos o personas no se generaron en dos años, son los beneficiarios, los que contratan sicarios, bandas, cárteles, mafiosos.
Es la estructura que ha alentado la violencia y la impunidad. Desde los ministerios públicos, jueces, la rede burocrática que incluye los autogobiernos en los penales, una estructura de la que se han valido políticos y empresarios inmorales, también los partidos tradicionales para amedrentar a la sociedad.
Esta estructura no se ha desmantelado, sigue operando, es la que forma parte del modelo pasado e intenta meter en el peor den los escenarios al actual gobierno, para desestabilizarlo.
La historia nos dice que la derecha es proclive a la delincuencia, al uso de la violencia y a las tendencias homicidas, basta ver la esquizofrenia de Gilberto Lozano, hoy soporte de apoyo de la alianza electoral PRI y PAN, que manifiesta su clara simpatía por que atenten contra a vida de López Obrador.
Así es el golpismo, sabe usar la violencia, escoge sicópatas muy dados al fanatismo, hace de las cárceles centros de tortura, son especialistas en guerra sucia, basta ver los regímenes militares derechistas del continente. No son solo los llamados cárteles que incrementan su actividad criminal, son quienes están detrás de ellos y que vienen desde el modelo pasado.
Sobre el sistema de salud, ciertamente hay deficiencias, quizá ha habido equivocaciones y se tiene que admitir. Analizar el tema, es entrar al terreno que odia la derecha, ver causas y no limitarse a las consecuencias.
A la derecha le incomoda que se mire para atrás, cuando se trata de poner en perspectiva histórica un tema, se indignan y los consideran solo un pretexto para justificar incompetencias.
La derecha quiere borra de un plumazo la historia, por eso es blandengue e inconsistente. El pasado es una gran lección social y personal. El sistema de salud enfermó de dos males terribles, la corrupción y la impunidad. Hoy, la derecha intenta crear alarmas con el miedo de falta de medicamentos, que en algunos casos es real, porque se da una dura lucha contra los resabios del modelo pasado. Se olvidan que durante décadas se usó el chascarrillo de que un medicamente, barato y corriente servía para todo, y que se cometieron actos que llevaron a la tumba a miles y quizá millones de enfermos, por proporcionarles medicina corriente, mientras se hacían contratos ventajosos para una mafia corrupta.
De la infraestructura se ha hablado bastante, pero no solo son los hospitales inconclusos y cobrados dos o tres veces, es también instrumental y equipo comprado a precios inflados, hasta con las sabanas y almohadas hacían negocio. Por eso hay que ver causas para caminar con más certezas hacia el cambio de modelo, porque todo proceso histórico es interesante. O no.