Por Miguel Angel Burciaga Díaz
En quince artículos he tratado de hacer una muy breve síntesis histórica sobre el vínculo de la música académica con la política y el poder económico con el fin de contradecir una mala percepción, sin embargo, bastante común en gran parte de la audiencia, la cual se basa en el hecho de asumir que la música académica es un producto cultural elitista, cuyo acceso está limitado a los grupos sociales de alto poder adquisitivo y que además es una manifestación restrictiva a las clases dirigentes o pudientes de la sociedad.
Durante estos textos he demostrado que las intenciones de la música son tan variadas y diversas como el número de compositores y obras que existen en el repertorio, de modo que es imposible asumir que la música tiene una sola audiencia como objetivo.
Se han presentado ejemplos que muestran desde expresiones musicales pagadas por los poderes regentes o donde los compositores fomentan las ideologías de los gobernantes hasta otras manifestaciones donde existe una notoria rebeldía y crítica contra las clases dominantes en la política y la economía, que incluso pretenden funcionar como portavoz de los grupos sociales marginados.
Sin duda alguna, el curso de la historia fue determinante en el desarrollo de las diversas tendencias que aquí se presentaron, también según el origen o la posición de los compositores dentro de su contexto, las intenciones ideológicas del pensamiento musical determinaban el curso a seguir.
Lo interesante es que las obras de los que se consideran los mejores exponentes musicales de cada época y estilo en general son distantes del poder político, aun cuando algunas estaban financiadas por diversos mecenas, sus intenciones se orientan a influir a la mayor cantidad de público posible, sin pretender ser afines al pensamiento de sus patrocinadores.
La música de algunos compositores que se asocian a las élites económicas a través de torpes estereotipos fijados por los medios masivos, tal como es el caso de la música de Mozart o Haydn, resultó ser parte de las manifestaciones artísticas más influyentes para el desarrollo de grandes movimientos sociales en contra de los poderes reinantes, como fue en este caso el estallido de la Revolución Francesa.
Quiero aclarar a mis lectores, que reconozco que los temas fueron tratados de un modo general, dado la intención de divulgación que pretende esta columna desde hace 3 años. Sería muy interesante poder profundizar mucho más en cada uno de ellos y por supuesto restan muchos casos importantes por abordar. Lamentablemente, dado las condiciones de este espacio debo optar entre escribir mucho sobre pocos temas o introducir una mayor variedad temas explicados brevemente, por lo que según lo observado, la segunda opción ha sido más favorable para que la audiencia conozca lo más que pueda al respecto para acercarse al consumo de la música académica y una vez que lo haga tener una mayor cantidad de herramientas para entenderla.
Volviendo al tema en cuestión, concluyo que la música académica implícitamente manifiesta diversos aspectos del pensamiento y el sentir humano, en este caso se habló de corrientes políticas ya sea por afinidad o crítica, pero el repertorio es tan variado y profundo en su contenido, que es imposible caer en un burdo encasillamiento donde se piense que toda esta música tiene un solo fin.
El patrimonio de la música académica pertenece a todos y es uno de nuestros recursos más valiosos. En la medida de lo posible, ignoren los estereotipos que se imponen desde el mundo mediático comercial y tristemente muchas veces desde las mismas políticas culturales que rigen nuestro país, donde estas absurdas críticas respecto a la música clásica, no son más que un pretexto para evitar fomentar un desarrollo más profundo y completo de la infraestructura cultural de nuestra sociedad.
Como mera prueba de esta realidad actual, mientras comúnmente se nos acusa a los músicos académicos de elitistas e inaccesibles o de representar un innecesario gasto económico, se ignora o se solapa el poderío económico manifestado en millones de activos en cualquier moneda circulante que se invierten y se pagan en los géneros comerciales de la música, los cuales se defienden a capa y espada como las expresiones naturales y auténticas del pueblo, donde dicho pueblo no es otra cosa que un aparato empresarial pragmático e insensible cuyo único interés radica en la percepción de buenos ingresos, por lo que invertir en demeritar el valor social del resto de las expresiones culturales vale la pena para lograr sus propósitos, lo cual tristemente ha sido un éxito rotundo para ellos.
Esta columna tiene la finalidad de acercarlos a ustedes a la música académica, darles recursos para comprenderla mejor y dejar a su libre albedrío la decisión de aceptarla y apreciarla, porque vale la pena fomentar este hermoso tesoro construido por algunos de los seres más brillantes y dedicados que ha podido ver nuestro mundo, puede gustar más o no, algunos preferirán la música de algún compositor que la de otro, cualquier percepción es válida, pero ignorar esta música solo por supuestos falsos impuestos desde un aparato mediático, es ir en contra del crecimiento de nuestra sociedad.
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