Por Juan Carlos Gutiérrez Barraza
Ánimo que ya somos animados es una frase que inventé desde que supe el significado de la locución latina: anima-ae = vida. La responsabilidad (responsa-respuesta) que tenemos con nuestro humor es de gran importancia, puesto que debe ocurrir un repelente natural, sutil e inteligente ante el otro, es decir, nosotros somos los que decidimos hasta dónde nos afecta alguien o algo; la capacidad de recibir o rechazar lo que se dice o hace está en nuestras manos.
La fruición es ese placer grande y fuerte que sucede cuando disfrutamos al hacer algo, por ejemplo, debiera ser al vivir, ese acto tan noble y sin otra pretensión que advertir con atención de niño (sentidos y ser en ello) cada instante, cada momento, absorber los aspectos todos de nuestros 360 grados. Así como una planta asimila los nutrientes y elementos que la desarrollarán, así nosotros tenemos ardua labor de concentrarnos en aquello que nos alimente de la mejor manera en el hecho de existir.
Uno de los mejores intentos por no distraernos de lo que nos vale la pena radica en dar silencio a lo que se piensa, incluso ver cómo se imagina y no qué, es decir, dar cuenta del pensamiento sin darle importancia alguna, sino nada más advirtiendo el proceso: como ver una película escena por escena sin darle relevancia, solo señalando la forma en que se manifiesta. Aceptar con honestidad lo que hay dentro por experiencia o teoría es el principio de uno de los mejores sentimientos que podríamos tener como es la alegría: esa sensación que recorre alma, psique y soma protegiendo y siendo antídoto contra cualquier tempestad. Una actitud que debe venir de la sinceridad y que nos eleva por encima de la mundanidad.