Amor: clave en la salud del adulto mayor

Por Verónica Loera Castañeda 
Médico Especialista en Gerontología.
Maestría y Doctorado en Genética Humana

Cuando escuchamos el término “Síndrome de Fragilidad” pensamos en “fracturas”, “caídas”, “debilidad”, etc. Entonces nos preguntaremos; ¿Qué es el síndrome de fragilidad? 

Es una condición de riesgo, es un dato que debe de tener toda nuestra atención, ya que representa un riesgo de enfermar, sufrir accidentes, caídas, depresión o incluso comenzar con pérdida de memoria. Médicamente “La fragilidad” se presenta preferentemente en la etapa geriátrica, se caracteriza por una disminución en la adaptación al cambio físico, mental y biológico favoreciendo: 

A) Riesgo de caídas

B) Pérdida paulatina para ser funcional

C) Limitación física para desarrollar algunas actividades de la vida diaria

D) Dependencia

E) Institucionalización 

F) Riesgo de muerte

En consecuencia, la fragilidad en la persona mayor tiene un impacto importante en la funcionalidad y calidad, por ello, se considera un verdadero problema de Salud Pública que debe ser atendido con urgencia.

¿QUIÉNES TIENEN RIESGO DE FRAGILIDAD?  

Todos podemos presentar este riesgo, sin embargo conforme ganamos años, el riesgo de presentar síndrome de fragilidad es mayor por muchos factores, entre los que se desatacan; aislamiento social, personas que no tienen relación con otras personas, aquellos que se quedan en casa por desgano o por incapacidad para movilizarse, caminar o aquellos que no tienen compañía, falta de comunicación, personas que no tienen con quien platicar, son personas que incluso permanecen días sin pronunciar una sola palabra, generalmente se ve en personas que viven solas y que no cuentan con una asistencia familiar o de amistades que los visiten. Enfermedad crónica como diabetes, hipertensión, obesidad, etc., las cuales no son atendidas adecuadamente y se encuentran fuera de control, esto se agrava en los casos en los que las personas no ingieren alimento con la frecuencia y la cantidad adecuada. Inmovilización, condición presente en personas que permanecen largos periodos de tiempo sentados o acostados, sin actividad física. Estos factores influyen junto con el descontrol, pérdida de interés, auto-abandono. 

¿CÓMO PODEMOS IDENTIFICAR 

A UNA PERSONA CON FRAGILIDAD? 

En la actualidad conocemos las características de fragilidad descrita por Fried y colaboradores en 2001, donde enumeran 5 características principales: 1) Pérdida de peso, 2) Cansancio, 3) Baja actividad física, 4) Velocidad de la marcha ralentizada y 5) Escasa fuerza muscular. Se considera que una persona es pre-frágil si cumple con uno o dos de estos criterios y las personas que están en una condición de frágil si cumple tres o más criterios.

¿QUÉ HACER ANTE LA SOSPECHA DE TENER EN CASA UNA PERSONA CON FRAGILIDAD O PRE-FRAGILIDAD?

Es increíble cómo el tratamiento preventivo, y de rehabilitación más eficaz tiene un común denominador: “EL AMOR” y a continuación te sugiero SEIS PASOS que pueden servirles en su vida cotidiana. 

1) Diálogo: Recuerda que la persona quizás sea tu madre, padre, algún familiar directo, o alguna persona a la que cuidas por contrato, en todos ellos se aplica esta sugerencia para ayudarlos y apoyar en el tratamiento de la fragilidad. Platica con la persona de las cosas que le agradan a ella, no sólo de lo que te interesa a ti, ellos también tienen mucho que decir.

2) Importancia: Pon atención a lo que te dice, interésate por lo que te comenta, mira sus ojos cuando esté hablando y cuando tú hables también, eso refuerza la interacción y la confianza.

3) Afecto/ amor / amistad: Muéstrale cuánto la quieres o la estimas, toma sus manos con calidez, dile cuánto lo amas, todas las personas necesitamos saber que nos quieren o nos estiman, las muestras de amor sincero siempre alegran el corazón.

4) Compartan el momento: Es de suma importancia realmente compartir el tiempo, no solamente estar juntos sino compartir alguna actividad como lo es la música que le agrada, y ¿por qué no? Bailen si pueden, o jueguen algún juego de mesa, prefiriendo los juegos que impliquen algún reto mental como el cálculo o la estrategia o la destreza manual, todo ayuda. También pueden ver alguna película y al final platiquen sobre el tema, lo importante es compartir y estimular al mismo tiempo.

5) Paseo: No se enclaustren, paseen, si las condiciones climáticas lo permiten, salgan a algún parque o jardín, vayan al super o simplemente caminar alrededor de la casa por la calle, platiquen en ese tiempo y favorece la interacción con otras personas.

6) Cocinar: El cocinar juntos mejora el apetito y la relación entre las personas, favorece más cuando estimulamos la memoria recordando los ingredientes y el proceso de preparación de alguna comida que les guste, se fortalece la relación interpersonal, se estimula la memoria, el pensamiento de secuencia y la motricidad. Todo en uno.

Así que ya sabes, el tener a una persona mayor en casa o cuidar de una persona mayor, es una oportunidad de dar y recibir amor como tratamiento integral de la persona y tuya, ¡aprovéchalo, ama y vive más feliz!

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