Cambios conductuales y psicológicos

Mtro. Sergio Luis Hernández Valdés 
Sociólogo y terapeuta de pareja

Para abordar este tema tan amplio y complejo, recurriré a un texto que recién encontré sobre el gobierno de los instintos y las emociones, que recoge y desarrolla de manera didáctica los planteamientos del psicoterapeuta Marc Costa, según el cual se afirma que todos los seres humanos poseemos cuatro necesidades instintivas básicas que desarrollamos a lo largo de nuestra vida.

La primera necesidad instintiva que se desarrolla es la sobrevivencia. Cuando se da la procreación, el pequeño embrión es sumamente vulnerable y necesita un espacio de contención y resguardo. Cada vez se reconoce con mayor claridad que los primeros días del embarazo son cruciales para nuestra supervivencia. Ahora se sabe que, desde la concepción hasta el nacimiento nos jugamos la vida permanentemente. Según algunas investigaciones, en el 60 o 70 por ciento de los casos, el nuevo ser que se concibe perece en esos primeros días porque el sistema inmunológico de la madre no lo reconoce. De tal manera que los nueve meses del embarazo y el momento del parto quedan grabados en la memoria celular y corporal del bebé a través de lo que la madre transmite de sí misma y de su entorno. Desde ese momento nos queda grabada la necesidad de protección que nos viene de nuestros padres o de quienes nos cuidan. 

La segunda necesidad instintiva que desarrollamos es la nutrición. Desde el primer momento necesitamos el pecho de nuestra madre para succionar y nutrirnos, pero también para percibir su calor, su contacto, su atención, su calma. Nutrimos nuestro cuerpo, pero también nuestra alma. Nuestro Ser profundo se nutre al revivir, a través del latido del corazón de nuestra madre, ese momento de contención y seguridad que experimentamos en el útero. Generamos el vínculo con nuestra madre. Ahora sabemos que esta etapa que debiera de ser mágica, proveedora de confianza básica, por situaciones externas de la exigencia del día a día, se ha convertido en generadora de inseguridades y desconfianzas. En los espacios terapéuticos constatamos cada vez con mayor frecuencia, que la vinculación afectiva con la madre se ha construido en medio de importantes carencias. Esta etapa se desarrolla entre el nacimiento y hasta los seis años, siendo los primeros tres los más decisivos.

La tercera necesidad instintiva que desarrollamos es la autonomía. A partir de los seis años buscamos tener nuestro propio espacio. Poco a poco empezamos a separarnos de nuestros padres y buscamos nuestro lugar dentro de la casa. Aquí es muy importante que los papás permitan al niño o niña fomentar esta necesidad de independencia y darles seguridad de que ahí están sin estar. En esta etapa iniciamos nuestras exploraciones, volvemos para mostrar nuestros descubrimientos y ahí necesitamos que nos reconozcan, nos respeten y nos impulsen. Si no ocurre de esta manera, desarrollamos miedos, agresividad y tristeza, pero sobre todo mucha inseguridad y frustración. También en el espacio terapéutico encontramos estos casos cuando los papás, por sus propios miedos e inseguridades, permiten que sus hijos o hijas duerman con ellos en el mismo cuarto y hasta en la misma cama. Los efectos y consecuencias son desastrosos en los infantes y en la pareja.

La cuarta necesidad instintiva que desarrollamos es la conquista y sexualidad. El adolescente, si se ha ido construyendo adecuadamente en las etapas anteriores, saldrá al mundo con consistencia y determinación. El propio cuerpo reclama la satisfacción de esta necesidad, pero debe de ir acompañada de la evolución emocional que da la sobrevivencia, la nutrición del cuerpo y del alma y la autonomía. Estas condiciones permitirán, con mayor o menor seguridad, enfrentar el encuentro con el otro, con la otra, fuera del ámbito seguro de la familia y la protección de los padres. La calidad de los vínculos originarios se pone a prueba al desarrollar, al calor de la emergencia hormonal, los vínculos con sus pares. Contención y límites son los temas que están presentes en esta etapa.

La satisfacción de estas cuatro necesidades instintivas, determinadas y programadas evolutiva y genéticamente, nos permiten arrancar hacia la vida adulta. Ahí los retos adquieren otras dimensiones que tienen que ver con la consecución de nuestros propósitos de vida. Profesión y vocación, procreación y conservación de la vida son temas que están presentes en las siguientes etapas de la vida. Las comentaremos en otra ocasión.

¡Hasta la próxima!

Facebook: @SergioHernándezsoc

Corrreo electrónico: shvaldes1@hotmail.com

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