Decidido a perder el juicio

Por Reyna Valenzuela Contreras

Entró decidido, el dolor punzante, cefaleas frecuentes y la imposibilidad de conciliar el sueño lo hizo buscar una consulta dental.

–Doctora, pero si tengo más de quince años con mi placa, me la hicieron allá por la sierra y nunca batallé, pero ahora sí, ya me ganó el dolor, lo que ha de ver es que mis hijas no me creen, oiga, pero cómo van a creer que me ando quejando dioquis- dijo don Juan, al tiempo que se sentaba en el sillón dental.

Al retirar la placa, claramente se veía una zona irritada, ordené una radiografía panorámica, y sí, en ella podía verse una tercera molar inferior que decidió esperar a que don Juan, cumpliera setenta años de edad, para comenzar a dar problemas. La tercera molar, también llamada muela del juicio, suele brotar después de los dieciocho años, edad en la que se supone, también se alcanza el juicio. Es frecuente que, debido a la falta de espacio en mandíbula o maxilar, estas piezas queden impactadas y su aparición, sea en muchos de los casos dolorosa o, según algunos pacientes, desquiciante. 

Su aparición se da por periodos de erupción, lo que deriva en molestias que permanecen algunos días y luego, desaparecen, hasta que, meses después, la molestia regresa; es común que el paciente se automedique, tome algún analgésico y se olvide un tiempo del problema, sin imaginar que la presión que ejerce sobre las piezas contiguas, puede causar cierto movimiento en los dientes, haciendo que de a poco, giren sobre su eje, provocando que se vean en mal posición o apiñados, teoría que todavía se debate entre odontólogos, pero que en la práctica diaria es una preocupación constante entre los pacientes que asisten a consulta preocupados por la mala apariencia de sus dientes, o la dificultad de realizar una higiene dental adecuada.

Las terceras molares impactadas pueden llegar a generar otros problemas, uno muy frecuente, la caries interproximal: debido a la cercanía y presión es imposible una buena higiene y la acumulación de placa bacteriana, posteriormente se convertirá en sarro, éste a su vez, generará la desmineralización del esmalte dental, provocando una cavidad, que debido a lo inaccesible de la zona, se convierte en un punto que imposibilita al operado, llevar a cabo la obturación correcta, llegando al punto en que tengan que ser extraídas las dos piezas dentales, una generadora del problema y otra, víctima de una caries mal tratada por desconocimiento, negligencia o desidia del paciente, quien dejará que sea un dolor insoportable lo único que lo hará llegar a consulta, por lo que la recomendación será la extracción de las terceras molares permanentes, antes de que causen daños a las piezas contiguas. 

-Abra por favor. 

-Qué -contesta don Juan.

-La boca don Juan.

-Ah, yo pensé que una caguama…

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