Benjamin Choi, un estudiante de 17 años de Virginia, Estados Unidos, quien usó su tiempo libre durante la pandemia para construir un brazo protésico controlado con la mente, impulsado por Inteligencia Artificial (IA) y de bajo costo.
En 2020, Choi cursaba el décimo grado y buscaba investigar combustibles de aluminio en un laboratorio de investigación en el verano, pero cuando llegó la pandemia, el laboratorio cerró, lo que dejó al estudiante con mucho tiempo libre.
Inspirándose en un documental que había visto hace casi 10 años, Choi hizo una mesa de ping-pong en su sótano, el cual es un laboratorio improvisado.
Posteriormente, el joven comenzó a trabajar en la construcción de una prótesis de brazo de bajo costo usando la impresora 3D de su hermana, la cual le costó 75 dólares, así como un poco de hilo de pescar.
¿Cómo funciona el brazo protésico?
La impresora 3D de Choi podía imprimir piezas no mayores de 12 centímetros, por lo que tuvo que imprimir el brazo en varias piezas y unirlo con gomas elásticas.
Gracias a su experiencia en la construcción de robots y programación, Choi escribió el código para que el dispositivo funcione.
Para evitar la necesidad de realizar una cirugía cerebral y que el brazo funcione, el sistema de Choi usa electroencefalografía, un método que registra la actividad eléctrica del cerebro con dos sensores.
Uno es un sensor de referencia que se sujeta la lóbulo de la oreja, mientras que el otro se coloca en la frente u recopila los datos de la electroencefalografía, la información se envía al brazo protésico a través de Bluetooth y luego se convierte en una acción significativa por parte de la IA, modelo que está incrustado en un chip en el brazo.
¿Qué tan bien funciona el brazo protésico?
Dos años después de iniciar con el proyecto, el brazo protésico de Choi se ha sometido a más de 75 iteraciones y ahora está fabricado con materiales de grado de ingeniería que podrían soportar una carga de hasta cuatro toneladas.
El joven reveló que su dispositivo impulsado por IA tiene una precisión del 95 por ciento, mientras que los diseños comerciales han logrado una precisión máxima del 73,8 por ciento.
Con estas nuevas características el brazo cuesta 300 dólares, cuando los brazos protésicos que existen actualmente en el mercado, cuestan miles de dólares.
Choi, quien está por iniciar a estudiar ingeniería, expresó que quiere mejorar su diseño y realizar ensayos clínicos con pacientes que tienen que no tienen las extremidades superiores.
Quiere que su algoritmo vaya más allá del brazo protésico y sea útil para dispositivos de asistencia controlados como sillas de ruedas y ayudar a los pacientes con pérdida del habla a comunicarse.