¿Los castigos y los golpes educan?

L.P. y L.C.T.C. Fátima del R. Covarrubias Gurrola

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Cuando era niña, recuerdo que era común que cualquier adulto tuviera autoridad sobre un menor; llegando a presentarse casos de violencia en los diferentes entornos en los que los niños de aquella época interactuaban.

Era común que padres, madres, tíos, abuelos, maestros, vecinos, etc., pudieran ejercer algún tipo de reprimenda a los niños, y ese hecho no era mal visto por nadie, al contrario, era avalado socialmente. Se trataba de un acuerdo colectivo en el que los adultos asumían autoridad sobre los menores, aunque no fuesen sus familiares, incluyendo violencia física si la consideraban necesaria.

Hoy en día, viviendo un despertar social respecto al tema de los derechos de los niños, se reconocen esas prácticas de antaño como violentas y en muchos casos, claras muestras de violaciones a los derechos de los infantes que en casos severos pudieron tener consecuencias psicológicas y físicas.

Educar a niños, niñas y adolescentes para provocar un autocontrol y un comportamiento adecuado es parte integral de disciplina en todas las culturas. Poner límites en el contexto familiar a los hijos, se busca fundamentalmente para que dejen de hacer algo que es considerado inaceptable o para que realicen algo que se busca que aprendan y practiquen. Aquí el tema es la forma en la que se realice la enseñanza pues, aunque es cierto que la mayoría de los adultos tiene la intención de educar a los menores a su cuidado, es importante que sean los propios adultos quienes tengan una regulación de sus emociones para que puedan ejercer la disciplina de una manera inteligente y mesurada.

Según la UNICEF, “Los niños pueden sufrir distintas formas de maltrato, pero cuando se trata de disciplinarlos, las dos formas que aparecen son el maltrato psicológico o físico”. En esta entrega, me enfoco en el maltrato físico y los castigos.

En este sentido se puede hablar de varias causas por las cuales un adulto puede ejercer violencia a través de castigos y golpes a sus hijos, entendiendo que ahora ya se cuida mucho que no sean otros adultos quienes puedan tener injerencia en la educación de los menores.

Algunas causas probables de estas conductas son: desbordamiento emocional por parte del adulto, reproducción de modelos de educación que vivieron de niños, el contexto cultural, la época y sus modas, etc.

Tomando en consideración los diferentes factores que pueden incidir para que se presente la violencia, llega un punto en la que se normaliza y la coloca en un lugar de invisible. No obstante, es importante decir que los adultos a veces caen en el uso de estos métodos porque carecen de mejores herramientas y porque descubre que es más fácil que el niño haga caso si teme a la violencia. Pero eso no es educar: es amedrentar o doblegar. La violencia física no enseña a portarse bien, sino a evitar el castigo, además que alimenta resentimiento y dolor que en un futuro puede traducirse en enfermedades de orden mental, como por ejemplo depresión.

Cuando se habla de evitar el castigo, se trata de una medida superficial, pues no se logra un aprendizaje, es decir, no hay una racionalización de por qué sería bueno hacer o no alguna cosa, entonces se trata de una conducta aceptada socialmente, mientras que en lo íntimo o personal, no hay una modificación de la conducta. Es lo que comúnmente vemos en muchos niños: se portan bien delante de sus padres, pero durante su ausencia, su comportamiento es totalmente diferente.

Entonces se puede decir que los golpes y los castigos no son medios para lograr una educación verdadera, sino que se trata de una solución pasajera y a todas luces superficial. Tal vez sea por eso que muchas personas en su vida adulta no vivan una vida de congruencia en su pensar, sentir y pensar, sino que actúan dependiendo de la ganancia o ausencia de castigo, pero no regidos por una capacidad auto-reguladora.

No se está incitando a una formación de los niños sin límites y sin consecuencias, más bien se trata de idear mecanismos que ayuden a que los niños sepan que todo lo que hagan tiene consecuencias que les benefician o les perjudican. De ellos dependerá el resultado según su conducta.

Ejemplo sugerido de disciplina:

Si cumples con hacer tu tarea tendrás derecho de pasar tiempo en tu videojuego.

Ejemplo incorrecto de disciplina:

Si no haces la tarea tendrás castigado tu videojuego toda la semana.

El uso adecuado de nuestras palabras es de gran importancia. Se requiere de una educación basada en el valor de la meditación previa a la actuación para que haciendo este análisis, los niños que posteriormente serán adultos, logren tomar decisiones más acertadas por convicción y no por miedo.

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