Mi perro, yo y nuestro lazo de amor

Rosa Eugenia Valero

Quienes hemos tenido la oportunidad de compartir nuestra vida con un perro, sabemos de ese lazo inquebrantable que se forma desde el día en que ese peludo aparece en nuestras vidas. Muchas son las historias, a veces hasta llegar a ser increíbles, de la relación que se puede llegar a dar entre una persona y su perro o cualquier animal que llega a su vida. Personas que han sido salvadas de todas las maneras posibles por esos seres tan especiales.

Como humanos pensamos que somos quienes damos cobijo y abrigo a nuestra mascota, animal de compañía, amigo, como quiera que lo llamemos, pensamos que somos quienes cambiamos una vida cuando integramos a un “animal” a nuestra rutina diaria, qué lejos estamos de la realidad, ya que somos nosotros quienes somos salvados por ellos en muchos aspectos.

En mi experiencia, los perros han formado parte de mi vida desde siempre, quizá tuve la fortuna de que mis padres jamás me prohibieron abrir el corazón a ese sentimiento que no se puede explicar más que con la emoción que produce sentirlo.  Me sorprende en realidad cómo se va formando un vínculo tan fuerte, cómo sosiega su compañía, la paz que da su mirada, ese calor junto a ti.

Los perros nos proporcionan una sensación de bienestar emocional a través del amor incondicional que brindan, por lo que llegan a convertirse en una gran compañía para nosotros; incluso, brindan consuelo para quienes por alguna razón se encuentran solos.

Estos seres tan especiales son incluso capaces de ayudar a las personas a recuperarse de la pérdida de algún ser querido o de algún trauma que se ha sufrido.  Dentro de las Terapias Asistidas con Animales, es el perro el animal que más se utiliza para dar apoyo a pacientes que van desde niños, adolescentes, personas mayores, enfermos mentales, etc. Estas terapias son utilizadas para mejorar la salud y bienestar de los pacientes con excelentes resultados debido a que constituyen un valioso puente de comunicación entre el terapeuta y el paciente que en ocasiones no se logra fácilmente.

Existen muchos estudios al respecto de este tema. Entre las cosas que más me han llamado la atención es que cuando estableces contacto visual con tu perro el nivel de oxitoxina aumenta, generándose entre otras cosas la empatía y los lazos que se establecen entre amigos y la familia.

Otros estudios afirman que, debido a la evolución, se crean mutaciones en los sistemas de respuesta al estrés y como conclusión a esto existe la hipótesis de que los perros se llegan a parecer a sus dueños debido a la interacción, es decir, aprenden a ser tolerantes, pacientes, muy amorosos, o en ocasiones todo lo contrario.

Sea todo lo anterior verdad o no, lo cierto es que muchas personas han encontrado en su perro la mejor compañía posible. Un perro bien cuidado, tratado con respeto y afecto, que tiene un vínculo sólido con su tutor y familiares, es un perro que siempre amará a quienes le importan. Su amor es sincero, incondicional y eterno.

Si quieres conocer historias increíbles a cerca de este tema, te recomiendo el libro “Guardianes del alma, animales que nos rescatan” de María Victoria Gaiardelli en donde la autora recopila una serie de relatos protagonizados por animales que eligieron a seres humanos para sanarlos y cambiarles la vida y se convirtieron en sus guardianes del alma para siempre.

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