
- Autor: Sandra Acuña
- Escrito el: 15 marzo, 2022
- Categoría: Revista Celebra
Prejuicios
Por LPC. Saulo de Jesús Ramírez Cisneros
Si nos ponemos a analizar nuestros pensamientos, muchos de ellos están basados en prejuicios. Los prejuicios son opiniones preconcebidas aprendidas por herencia cultural o por experiencias propias. Influyen en la manera en cómo pensamos acerca de los demás de acuerdo a sus características, o la manera en que evaluamos las situaciones.
Ejemplos de prejuicios puede ser la aversión a las personas con una determinada orientación sexual o expresión de género, los roles que se adjudican al hombre y a la mujer, la opinión que nos formamos de una persona por el modo en cómo se viste, etc.
Un prejuicio con el que personalmente me topo en mi labor profesional es la resistencia a acudir a psicoterapia o a recibir atención psiquiátrica porque “eso es para locos y yo no estoy loco”.
Somos muy severos en la manera en la cual evaluamos a los demás, con frecuencia no nos permitimos conocer a las personas desde una perspectiva de apertura y neutralidad, somos especialistas en formarnos una opinión cuadrada y cerrada acerca de las personas sólo por la influencia de nuestro propio sistema de prejuicios. Sentimos que nuestra opinión es siempre válida y verdadera, pero no es así, definitivamente no es así.
Etiquetamos a las personas como tontas, inútiles, poco serias, informales, descuidadas, locas, feas, etc. Los prejuicios hacen mucho daño a los individuos y a la sociedad. ¿Con qué derecho nos permitimos evaluar y encasillar a una persona o grupo social?
Los prejuicios nos llevan a tomar actitudes irracionales de desprecio, incomprensión, incluso de odio hacia aquellos que consideramos diferentes y a los que hemos juzgado sin verdaderamente conocerlos. Te pregunto a ti que estás leyendo estas líneas ¿cuándo será el día que te permitas vivir con la libertad de observar y conocer a los demás sin tener que hacer uso de las opiniones preconcebidas que existen en tu mente?
Lo más grave de este tema es que muchos de nosotros nos juzgamos a nosotros mismos de acuerdo a este sistema de opiniones preconcebidas. Nos etiquetamos y terminamos despreciándonos. Qué triste es formar el autoconcepto de acuerdo a las opiniones que los demás han tenido de nosotros empezando por nuestros propios padres. Reflexiona y piensa ¿Lo que opinas de ti mismo corresponde a la realidad, o es lo que te han dicho o hecho sentir los demás?
Te propongo un ejemplo: estás enfermo de x enfermedad grave, te presentan dos remedios y sólo puedes escoger uno. El primero es una sustancia que dice “el consumo de este medicamento es responsabilidad de quien lo usa y de quien lo recomienda”. El segundo remedio es un medicamento que ha demostrado ser eficaz para dicha enfermedad y sólo ha sido comercializado después de una serie de investigaciones serias, análisis, pruebas en laboratorio, pruebas en pacientes y meta análisis. ¿Cuál escogerías para tratar de recuperar tu salud? Supongo que el segundo.
Los prejuicios son como el primer medicamento, están basados en opiniones. No son ni totalmente ciertos ni absolutamente verdaderos e incluso podrían hacerte daño. En cambio, observar la realidad de una manera neutra, crítica y racional sería como escoger el segundo medicamento. Eso sí te hará bien y te permitirá vivir con mayor plenitud.
Decídete a liberarte de los prejuicios que empañan tu percepción de los demás y de ti mismo.