Krystina Burton y Gabriel Solberg se conocieron en un vuelo de Nueva York a California. Esta fue la primera de muchas citas en un romance inesperado.
La primera vez que Krystina Burton vio a Gabriel Solberg, desvió la mirada en exasperación. Burton, entonces una bailarina de 30 años que vivía y trabajaba en Los Ángeles, estaba esperando un vuelo en el aeropuerto JFK de Nueva York luego de una audición en la ciudad. Era temprano por la mañana. La terminal estaba prácticamente vacía, por lo que tenía toda la hilera de asientos libre para ella, cuando un hombre dejó caer su maleta en el suelo y se sentó junto a ella, Burton se sintió irritada.
Era Solberg, entonces de 34 años, que estaba de regreso de visitar a su familia en Europa. “Este tipo no tiene conciencia de su espacio”, recuerda haber pensado Burton. Los dos extraños estaban sentados tan cerca que Burton podía ver el número de asiento del avión en el pasaje de Solberg. Se percató que se sentaría justo a su lado, y se quejó internamente. “No estaba de humor para pasar seis horas sentada junto a alguien que no comprendía el concepto de espacio personal”. Sin embargo, la primera impresión que tuvo Burton de Solberg como arrogante y egocéntrico se esfumó y comenzaron a conversar.
El capitán anunció que el vuelo estaba demorado y probablemente no saldrían en un par de horas. Mientras el avión estaba en tierra, Solberg y Burton conversaron, fluyendo suavemente de la charla cotidiana a temas más profundos. Ellos recuerdan haber discutido sobre sus empleos, dónde vivían y por qué estaban viajando hacia Los Ángeles. También compartieron su amor por los viajes; Solberg es francoestadounidense y creció en Alemania, así que pasó toda su vida viajando y el empleo de Burton como bailarina la llevó por todo el mundo, desde temporadas bailando en cruceros hasta tours por Estados Unidos.
Cuando por fin despegó el vuelo, Solberg y Burton sentían como si se conocieran desde hace años. Vieron un par de películas seguidas, pero conversaron y rieron todo el camino. La “cita” de ocho horas en avión de Burton y Solberg fue una sorpresa para ambos. Según ellos, no fue un enamoramiento instantáneo. Simplemente se sintió natural y fácil estar en la compañía del otro.
Cuando el vuelo aterrizó y los pasajeros desembarcaron en el aeropuerto de Los Ángeles, Solberg y Burton se prepararon para seguir caminos distintos.
“Le dije: ‘Oye, aquí pasa algo. Así que voy a volver en una semana y luego vamos a ver de qué se trata'”, recuerda Solberg.
Cuando el auto de Burton se detuvo, Solberg le dio un abrazo y un rápido beso en la mejilla de despedida. Y aunque Burton pensó que quizá no volvería a ver a Solberg, inmediatamente envió un mensaje de texto a su hermana y a sus amigos para informarles del inesperado encuentro.
Pasó una semana y Solberg volvió a Los Ángeles como había prometido. Le envió un mensaje de texto a la bailarina para hacer planes; Burton sugirió una cena y una película pero Solberg dijo que debían hacer algo más emocionante, sobre todo si iba a cruzar el país en avión. Sugirió que alquilaran una cabaña en Topanga Canyon, en las montañas de Santa Mónica, California.
En octubre de 2019, alrededor de un año después de que se conocieran en el avión, Burton y Solberg se comprometieron estando de vacaciones en la costa italiana y planearon una glamurosa boda en Santa Lucía. Desgraciadamente, la pandemia del covid-19 paralizó los planes, pero en los últimos meses ambos han vuelto a planificar la boda.